Para las empresas, gestionar los riesgos financieros no es un proceso aislado, sino que debe ser parte de la cultura organizacional y de la toma de decisiones diaria. Esto implica que los responsables financieros, como los CFOs o directores de riesgo, trabajen en colaboración con otras áreas de la empresa, como operaciones, marketing y recursos humanos, para identificar posibles amenazas y actuar de manera preventiva.
Por ejemplo, una empresa que dependa de importaciones y exportaciones puede estar expuesta al riesgo cambiario. En este caso, su equipo financiero podría utilizar estrategias de cobertura para protegerse de las fluctuaciones en el tipo de cambio que afecten sus márgenes. Además, las empresas deben evaluar constantemente la salud de su balance general, mantener una adecuada liquidez y diversificar sus fuentes de ingreso para reducir la vulnerabilidad frente a cambios en el mercado.
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